domingo, 29 de mayo de 2016

BEATO FERNANDO GARCIA SENDRA DE PEGO, PÁRROCO DE SAGRA (Alicante)

 De los sacerdotes que administraron la parroquia de Sagra, es inevitable mencionar al párroco D. Fernando García Sendra, por su ejemplar apostolado al frente de la iglesia, por su persecución, detención y posterior ejecución en 1936 por el Frente Popular de la Segunda República. Así como su posterior beatificación el 11 de marzo de 2001 por el Papa Juan Pablo II.
            Fernando García Sendra, hijo de Salvador García Miralles y de Encarnación Sendra Guitard, ambos naturales y vecinos de Pego, nace en Pego el 31 de marzo de 1905. Fue bautizado el mismo día de su nacimiento en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Pego por D. José Vives, coadjutor de la misma. 

 

   Desde su más tierna infancia con tan solo cinco años, fue monaguillo en el Convento de los Franciscanos de Pego. Con 8 años comenzó a realizar sus estudios básicos con los mismos Franciscanos, quienes al observar su predisposición humana y sus buenas cualidades morales le llevaron a Benisa para instruirle y prepararlo para realizar el Postulado en su orden. A los tres años de estancia en el seminario de Benisa enfermó, por lo que tuvo que regresar a su casa en Pego para recuperarse.
  Restablecido de su enfermedad, ingresó en el Colegio de Vocaciones Eclesiásticas de San José en Valencia –actual Seminario Menor Diocesano de Valencia– para completar sus estudios. Recibiendo el presbiterado en 1931 al terminar los estudios.

Convento Franciscanos de Pego 1910

Mentores de Fernando del Convento Franciscanos de Pego

   Ejerció las primicias de su apostolado como sacerdote en Bolulla, población del interior de la comarca de la Marina Baja, permaneciendo en ella durante tres años. En esta población destacó en la enseñanza del catecismo a los niños. En julio de 1934 lo destinaron a la población de Sagra como párroco y como encargado de la Iglesia de Tormos, donde realizó una extraordinaria labor apostólica.
    En Sagra todavía se le recuerda y venera con notable afecto, pues sin distinción de clases sociales acogió a todos como padre y pastor espiritual, trabajando incansablemente con la juventud.

Iglesia de Bolulla

 
Iglesia San Sebastián Mártir de Sagra

   Personas longevas, testigos de su labor apostólica, lo describen como un sacerdote de mucha oración, coherente, ordenado, caritativo, trabajador incansable y abnegado benefactor para todos, especialmente con los niños. No tenía inconveniente en brindar su simpatía a descreídos y apartados de Dios para atraerlos al bien. En lo personal era agradable, sencillo, humilde, prudente, bondadoso, servicial, y desapegado de los bienes terrenales. Su apostolado en Sagra transcurrió como un sacerdote coherente, dedicado activamente en cumplir con esmerada pulcritud sus deberes sacerdotales. En el corto espacio de tiempo que desempeño su ministerio en el pueblo, restauró la Iglesia y la casa abadía.

    Al igual que otros, por su condición de sacerdote y párroco de Sagra, Fernando sufrió seguimiento por las milicias ciudadanas creadas por y para la defensa de la República. Y, aunque era consciente de lo que estaba ocurriendo en otros lugares, Fernando siguió ejerciendo su apostolado en su parroquia de Sagra como siempre conformado en la voluntad de Dios. Pero con el transcurrir de los días y observar la proliferación de los incidentes violentos que se estaban cometiendo en muchos pueblos, se sospechó que a él también le deberían de estar hostigando. Al percibir el pueblo de la posible persecución religiosa de Fernando, las autoridades y numerosos vecinos de Sagra le aconsejaron en varias ocasiones que debería irse con su familia durante un tiempo a Pego donde posiblemente estaría a mejor recaudo, aunque siempre contestaba:


“Mientras son perseguidos mis hermanos en la fe ¿He de esconderme y salvarme yo?”.

  No obstante, comprendió lo que le exponían y aceptó los consejos, refugiándose finalmente en su pueblo natal. Ya en Pego y en casa de sus padres, pasaba los días leyendo la Biblia y las vidas de santos y mártires. Y a lo que su madre le rogara muchas veces que no leyera tanto aquellas cosas tan heroicas y difíciles, Fernando siempre le contestaba: "Esto es lo hermoso, ser mártir y aún dos veces como San Sebastián”, cuya vida le fascinaba leer.


    Durante los días de su estancia en la casa de sus padres en Pego, un familiar le dijera: (Hecho confirmado por su hermano Ángel García Sendra).

 “Fernando, si quieres salvar la vida, renuncia a tu condición de sacerdote y vístete con el traje de miliciano”. Pero él le contestó: “Bastante me costó quitarme la sotana. Nunca vestiré el traje de miliciano que supone renunciar al sacerdocio”.

    Durante los días que Fernando estuvo con sus padres en Pego, las autoridades locales eran: Aquilino Barrachina Ortiz, Alcalde de Pego; José Alarcón Herrero, –unido sentimentalmente con la feminista y escritora María Cambrils– Concejal y presidente de la agrupación socialista y dirigente de la Unión General de Trabajadores (UGT) de Pego. Y las provinciales, Francisco Valdés Casas, Gobernador Civil de Alicante.
     
    
Aquilino Barrachina Ortiz Alcalde de Pego

   Según atestiguaron posteriormente su hermano Ángel y su sobrina Pura Sendra Guitart, el día 4 de septiembre sobre las 8 de la tarde, vino una señora a avisarnos para que Fernando se escondiera, peguntando por la causa, indicó, porque unos milicianos acababan de detener a D. José María García Más, capellán de la Iglesia del Stmo. Ecce-Homo, pero Fernando dijo ¿Detenido D. José? ¡Ah! pues allí voy también yo.
  Al momento llegaron los milicianos y preguntaron: ¿Aquí está el cura de Sagra? Como se les dijo que no estaba en casa pretendiendo ocultarlo, salió él mismo de la habitación y exclamó:

 “Sí que estoy, y no digan mentiras, porque por pequeñas que éstas sean siempre salen”. Después, dirigiéndose a los milicianos les dijo: ¿Por qué me detenéis, por ser sacerdote?, pues muy gustoso, ya que por otra cosa no podéis”

    Al ser detenido Fernando, lo encarcelaron en la cárcel de Pego. En ella se encontraban ya presos, el capellán de la Iglesia del Stmo. Ecce-Homo José Mª. García Más, otros religiosos, un lego franciscano y varios seglares.
 José García Mas nació en Pego, y al igual que Fernando Garcia se educó con los Franciscanos de Pego y Benissa, pasando después al Seminario de Valencia para terminar sus estudios. Ordenado en 1923, fue párroco del Patró y vicario de la Iglesia de San Francisco de Borja en Carroja de la Vall de Gallinera, antes de pasar a su pueblo natal de Pego, como capellán del Stmo. Ecce-Homo. Donde restauró la capilla, organizó las Marías de los Sagrarios y otras actividades.

  Esta cárcel estaba ubicada en lo que era la iglesia del antiguo Convento de los Franciscanos antes de la desamortización de Mendizábal de 1836. Pocos días después, todos los presos que había recluidos en la prisión de Pego, los trasladaron a la población de Gandia donde de nuevo se les encarceló, sometiéndolos durante varios días a un duro y cruel suplicio por motivos religiosos.
  

   Del traslado de los detenidos en la cárcel de Pego a la población de Gandía, Pascual Giner Ferri, chófer del vehículo que los trasladó, depone:

Eran días tristes y angustiosos de la revolución en que el peligro para los sacerdotes y personas de bien aumentaba por momentos, y yo fui muy a pesar mío testigo del sacrificio y posterior ejecución de Fernando”



    Posteriormente, Pascual Giner argumentaría: En mi condición de chófer, fui requerido para acompañar a unas monjitas al tren de Oliva y así lo hice. Al día siguiente fui requerido por el Sr. alcalde Aquilino Barrachina para llevar unos presos a la cárcel de Alicante. Pero aquella noche ya de madrugada llamaron a mi puerta unos milicianos armados y me obligaron con desmesurada prepotencia a seguirles para que llevara unos presos a Valencia.

    Ante el cariz que tomaban las cosas y con mucho temor subí al autobús y siempre amenazado por los milicianos me dispuse a conducir. Antes de iniciar la marcha, percibí que, de la iglesia del antiguo convento de los Franciscanos reconvertida en cárcel, sacaron unos presos y los subieron al camión autobús. En un primer momento no supe quiénes eran, pero ya de camino y por las conversaciones que escuchaba reconocí a personas de significación derechista con las que tenía una especial relación. Otros presos rezaban, por lo que supuse que también debía tratarse de los sacerdotes que en aquellos días estaban en la cárcel. Al llegar a Gandia se les recluyó de nuevo en otra cárcel.

    Personas que convivieron con Fernando en la prisión y que no fueron ajusticiadas, contaron, que la estancia de Fernando en la prisión de Gandia estuvo caracterizada por malos tratos y vejaciones morales, actos que Fernando supo llevar con entereza cristiana.

    En otra declaración, su sobrina Pura atestiguó: "Durante los días que estuvo encarcelado animaba a los presos y les predicaba sermones de mártires, como el de San Sebastián”. Aunque asevera, que lo supo por referencias de otras personas. También añadió: que días antes de ser ajusticiado y como fuera a verle su madre, al verla le dijo: “Déjeme abrazarla y besarla”. Y como su madre le expresara: ¿Es que te despides de mí? le dijo: “Ánimo, madre”.
    Su hermano Ángel igualmente declaró: "Durante los días que estuvo encarcelado, sé que se desvelaba por hacer el bien a sus compañeros de cárcel, hasta el punto de pasar las noches en vela".

    Un compañero de prisión y amigo de Fernando que tampoco sería ejecutado, expuso:

"Nos encerraron en la misma cárcel a Fernando y a mí, pero en celdas distintas, aunque el último día de su vida lo juntaron con nosotros. Recuerdo que a las 12 de la noche, unos milicianos se presentaron en la celda donde estábamos y empezaron a nombrar a algunos de nosotros, los cuales iban saliendo sabedores de que iban a morir, porque uno de ellos dijo, al oír su nombre ¡Por fin, nos ha llegado nuestra hora!, pero todos iban serenos".

    Incidiendo de nuevo sobre el traslado, Pascual Giner, chófer que trasladó a los presos de la cárcel de Gandía a la Pedrera narra:

“No pude saber con certeza si entre ellos iba Fernando. Al llegar a la Pedrera me obligaron a dar la vuelta al autobús e irme, pero poco después y de lejos escuché los disparos y presencié como los ejecutaban lleno de espanto. Más tarde oí el tumulto de los milicianos que volvían de aquel bárbaro atentado, ordenándome que diera marcha al coche y me fuera del lugar, yo mismo les oí decir: Valientes han sido, no han parado de rezar y de gritar ¡Viva Cristo Rey! Después regresé a Pego y poco tiempo después supe que entre los que mataron aquella trágica noche estaba Fernando”.

  A Fernando García Sendra, se le describe en el proceso de investigación como apolítico, no obstante, fue juzgado por un Tribunal Popular. El jurado lo constituían representantes del Frente Popular, estaba integrado por tres funcionarios judiciales como jefes de derecho y catorce jurados designados por el mismo Frente Popular y organizaciones sindicales afines a él, “más imparcialidad no cabía”.
  Pero la máquina de dictar sentencias de muerte no paraba e inexorablemente se ejecutaban las condenas. Por lo que con 31 años de edad y después de un juicio sumarísimo de urgencia, Fernando fue ejecutado en la madrugada del día 18 de septiembre en el paraje de la Pedrera de Gandía junto a su compañero: José García Más, capellán del Stmo. Ecce-Homo y vecino de Pego; Vicente Sastre Ivars, Beneficiado de la Catedral de Valencia, así como Vicente Pérez García, Ecónomo de Altea y el franciscano Fray Sebastián Ferrer y otros.

“El lugar conocido como La Pedrera, probablemente debió ser cerca de la calle del mismo nombre situada en el polígono Alcodar de Gandía”

    Describen, que Fernando sufrió dos veces la agonía de la muerte, pues con las manos atadas a las espaldas se le disparó y cayó con sus compañeros dándole por muerto. Si bien quedó herido sin sentido, unas horas después recobró el sentido, abrió los ojos y al percibir que estaba herido y desangrándose se levantó y fue a una casa cercana y pidió agua y ayuda, pero no sólo no logró que lo auxiliaran, sino que llamaron a los milicianos.

    Fernando estuvo caminando por el campo, cayó en una charca y luego se refugió en un cañaveral, donde le encontraron los milicianos que le iban buscando y lo remataron con un tiro en la cabeza. Al ser ejecutado Fernando, lo enterraron en el cementerio de Gandía en una fosa común junto con los otros siete ajusticiados, cubriendo los restos con cal viva.

    La muerte de Fernando García Sendra, está probada mediante el certificado de defunción en el que refiere: "Filiación política: Apolítico". Igualmente está descrita en la relación de las personas que fueron muertas violentamente durante la Segunda República en el término municipal de Pego, –Publicada el 30 de mayo de 1941 por el Ayuntamiento–. Toda la documentación relacionada con su detención, martirio y su ejecución, se encuentra custodiada en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, en la signatura: “Causa General, 1396”.

 
Relación del Ayuntamiento de Pego, 30 de mayo de 1941

   Genoveva Company García, cuñada de Fernando, también puntualiza:

que ella supo de la ejecución por la confidencia de un carretero testigo ocular del hecho que pasaba aquella noche por la carretera cercana a la Pedrera. Dicho carretero le confirmó a mi marido que era cierto que Fernando sufrió un doble martirio”.

    Un hecho que posteriormente cuando se realizó la exhumación de sus restos se comprobaría. Su cadáver aparecía verdaderamente acribillado de balazos. A todo esto, Carlos Nadal Cardona, que también fue compañero de prisión de Fernando y tenía gran placer de hablar con él, atestiguó:

Viví con Fernando en los últimos días de su vida, y durante aquellos días lo hallé animoso, tranquilo, sereno, amable y con todos servicial”

    De los diez testigos que depusieron en el proceso probatorio del martirio material de Fernando, cuatro fueron compañeros de prisión: Fernando Castellano Puchol, Carlos Nadal Cardona que reconoció el cadáver de Fernando después de la ejecución., Fernando Ortolá Salvá y Pedro Pascual Sendra. Dos fueron de oficio: Laura Ortolá Casabó y Rafael Sendra Mengual.
  
  Acabada la Guerra Civil, los restos de Fernando fueron exhumados del cementerio de Gandía en presencia de su hermano Ángel y trasladados al cementerio de Pego. Sobre esta exhumación, Ángel certificaría: “Yo mismo estuve presente y le reconocí sus restos mortales al momento".
  Esta confirmación también fue ratificada por su sobrina Pura Sendra Guitart y Pascual Giner, chofer que lo traslado junto con otros compañeros al lugar de la ejecución. Al igual que en la declaración de otros testigos, amigos y compañeros de prisión como: Fernando Ortolá Salvá, Pedro Pascual Sendra, Laura Ortolá Casabó y Rafael Sendra Mengual y Carlos Nadal Cardona. A todo ello, Carlos Nadal, agrega:

"Fui comisionado para el reconocimiento e identificación de los cadáveres. Reconocí perfectamente el cadáver de D. Fernando. Tenía heridas por todo el cuerpo, mientras los demás las tenían en la cara. Tenía las manos atadas a la espalda, con un cordón eléctrico y los pantalones sobre el hombro. Las rodillas y el pecho sucios de barro, tras haber intentado al parecer aplacar la sed en el charco de la carretera, cuando a rastras llegó malherido a la casa de campo".

    Con relación al traslado de los restos de Fernando del cementerio de Gandía al de Pego, el que fuera párroco de Sagra desde el año 1979 al 2006, D. Luis Alemany Alemany, certifica en su declaración escrita efectuada en junio de 1997, que los restos mortales del Siervo de Dios descansan junto con los de otros sacerdotes y seglares en el Panteón situado en el centro del Cementerio de Pego. En dicho Panteón reza la siguiente inscripción:

“En memoria de las víctimas de la Guerra Civil de 1936”
   
 En otras declaraciones adjuntas a la Comisión histórica del 25 de junio, su hermano Ángel, su sobrina Pura y Pascual chofer del autobús en el que lo traslado al lugar de la ejecución también relataron:

“Que durante los días que pasó con sus padres en Pego anteriores a su detención, Fernando conservó siempre un semblante de ánimo, sereno y feliz.

    Y como se le indicara en varias ocasiones: “Mira, si dices que eres sacerdote te matarán”. Siempre contestaba: “Yo nunca negaré mi condición de sacerdote, y qué dicha si pudiera morir mártir por Cristo”.

  De lo oído por los mismos interfectos, en las declaraciones adjuntas a la Comisión histórica realizadas el 25 de junio de 1997, Salvador García Company, “Pa de kilo” sobrino de Fernando, también afirma:

“Al terminar la Guerra, cogieron a los criminales y por sus declaraciones nos enteramos que cuando los llevaron a la Pedrera, les dispararon a todos quedando Fernando herido, el cual huyó con las manos atadas a la espalda.

 Y confirmando lo descrito anteriormente por testigos de la ejecución, Fernando en su huida se refugió en una casita de campo cercana y llamó pidiendo auxilio, pero aquellas personas tuvieron miedo y le dijeron que irían a buscar ayuda, pero lo que hicieron fue ir a buscar a los milicianos, y por declaraciones posteriores, supimos que los milicianos al encontrarlo le dijeron que ahora ya no se levantaría y le pegaron un tiro en la cabeza y otro en una pierna, y de esta forma acabaron con él”

   En octubre del 2000, los restos mortales de Fernando García Sendra, que al acabar la Guerra Civil fueron enterrados en el Cementerio municipal de Pego, de nuevo fueron exhumados para realizar la oportuna comprobación de las señales de martirio, así como la pertinente extracción de reliquias por un tribunal diocesano nombrado al efecto.
    En pleno proceso de beatificación, sus restos mortales de nuevo recibieron sepultura el 8 de octubre tras una solemne misa ofrecida en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Pego. Este solemne acto fue presidido por el Vicario Episcopal D. Juan José Llorens. En esta celebración también estuvieron presentes numerosos feligreses vecinos de la localidad de Sagra en la que ejerció su sacerdocio.

    Fernando García Sendra, fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por el Papa Juan Pablo II en Roma. Sus reliquias se veneran en el templo parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Pego y en la Iglesia de San Sebastián Mártir de Sagra. La reliquia del que fuera cura párroco de Sagra Fernando García Sendra, quedó depositada en el año 2003 en la Capilla de la Comunión de la iglesia de San Sebastián Mártir de Sagra, al ser restaurada con motivo de su beatificación.

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Pego

Pego




Fuentes Consultadas:
-Archivos Archidiócesis de Valencia
-Archivos Parroquiales de Sagra.
-Gonzalez Rodríguez, Mª E., Los primeros 479 santos y beatos mártires del siglo XX en España, Madrid 2008, pág. 345-346.
-Libro Historia y Costumbres de Sagra, pág, 223- 232 - ISBN 978-84-15327-83-7

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